Por MANUEL CENTENO:
CIUDAD DE PUEBLA, Pue.– Octubre 22 del 2024.- Durante una conferencia de prensa, el Arqueólogo, Historiador y Dr. Eduardo Merlo Juárez, asesor cultural de la UPAEP, habló al respecto sobre las cuestiones de la tradición de los altares de muertos así como muchos aspectos que engloban esta festividad en México.
El Dr. Merlo Juárez, explicó que la tradición mexicana del Día de Muertos se ha destacado por su singularidad frente a otras culturas donde la muerte se asocia al luto y lo fúnebre. En México, se celebra con alegría, debido a una tradición que fusiona elementos prehispánicos, coloniales y cristianos. La base de esta tradición es la creencia de que los muertos no sufren, sino que descansan y tienen permiso para regresar a visitar a sus seres queridos en un día específico, por lo que son recibidos con banquetes, simbolizados en las ofrendas. El Dr. Merlo Juárez resaltó la importancia de la comida en la ofrenda, ya que se cree que los muertos «vienen a comer». Además, se adorna la ofrenda con luces para darles un ambiente acogedor, ya que se piensa que su lugar de descanso es oscuro.
El Arqueólogo Eduardo Merlo, menciona cómo los frailes del siglo XVI incorporaron elementos cristianos a la tradición, originalmente social y familiar. Señalando que, en los pueblos indígenas, esta tradición se mantiene más intacta, mientras que en las ciudades ha evolucionado. Sin embargo, advierte que algunos significados atribuidos a los elementos de las ofrendas, como el uso de agua bendita o incienso para «purificar», no tienen base en la tradición prehispánica, siendo estos añadidos cristianos.
El doctor, también mencionó que el “copal”, resina mexicana usada para aromatizar el ambiente, es considerado uno de los grandes aportes de México al mundo. Un ejemplo de esto es una anécdota que contó sobre la visita un cardenal del Vaticano que quedó maravillado por el aroma del “copal” durante una visita a México.
Merlo recalca que el Día de Muertos no es una ceremonia religiosa, sino un banquete donde se recibe a los muertos como si estuvieran vivos, con conversaciones y recuerdos compartidos. Incluso en las ciudades, aunque se haya perdido parte de la conexión con el mundo indígena, el acto de recordar a los muertos sigue siendo significativo.
Además, también precisó que la fiesta formal del Día de Muertos, se celebra entre el 28 de octubre y el 02 de noviembre, pero menciona que en algunas comunidades indígenas la preparación comienza desde finales de septiembre. A esto, también se le suma una tradición prehispánica de ofrecer alimentos a los perros, ya que estos acompañaban a los difuntos en su viaje al más allá. Siendo ellos los que ayudaban a las almas a cruzar el río que separa la vida de la muerte.
La tradición del Día de Muertos, según el arqueólogo, nos enseña a no temer a los muertos. Señala que el miedo a los muertos, brujas y fantasmas provino de Europa, mientras que, en México, los muertos son recibidos con afecto y respeto. También menciona cómo la tradición ha evolucionado para incluir a las mascotas, y cómo los niños en algunos lugares se disfrazan y asustan a las
personas, en una tradición que ha coincidido con el «Halloween» de Estados Unidos.
Finalmente, el historiador reflexiona sobre cómo la tradición del Día de Muertos ha tomado nuevos bríos en los últimos tiempos y cómo ha sido adoptada incluso por sectores de la población que anteriormente no se sentían identificados con ella. Aunque la fiesta es popular y abierta a diversas interpretaciones, el núcleo sigue siendo el recuerdo, la celebración de la vida de los muertos y el fortalecimiento de los lazos familiares a través de este ejercicio de memoria y convivencia.