CIUDAD DE MÉXICO.- Diciembre 13 del 2024.-(El Universal).-La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ha detectado hasta...
Para entender el porqué, dentro y especialmente fuera del país se ve con enorme preocupación el aquelarre inaugurado en las dos cámaras del Congreso de la Unión desde el pasado primero de septiembre del año en curso, donde se ha emprendido un paquete de reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que parece no tener fin, pero que hasta el momento ha logrado aprobar:
1.- La elección de jueces y ministros por voto popular.
2.- La reforma a los artículos 105 y 107 que modifica el principio de supremacía constitucional y
3.- La ampliación del catálogo de delitos para la prisión preventiva oficiosa.
Lo primero que debemos establecer que cada una de estas medidas se agrupan dentro de un esquema que se conoce como populismo punitivo o simplemente: populismo legislativo.
Pero a su vez, para entender porqué el populismo legislativo representa una seria amenaza para TODOS en el futuro inmediato y para varias generaciones en el mediano y en el largo plazo, antes tendremos que explicar los perniciosos efectos del POPULISMO como forma de gobierno, para lo cual hoy nos referiremos a uno de los primeros estudios realizados en el siglo XX por los prestigiados economistas: el alemán Rudiger Dornbusch y el chileno Sebastián Edwars, que se convirtió en un libro publicado en 1991 bajo el título “The macroeconomics of Populism in América Latina”.
En dicha obra se documenta, además se advierte muy exhaustiva y detalladamente acerca de los efectos perniciosos y destructivos del populismo, específicamente en América Latina, donde en los países que han padecido este tipo de gobiernos han sufrido los estragos por la caída del ingreso percápita de la población en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Cuba y Venezuela, siendo estos dos últimos los ejemplos más dramáticos del grave daño a sus economías internas, en razón del periodo tan prolongado en que han permanecido a cargo sus respectivos gobiernos.
Pese a ello, la retórica antisistémica de los políticos populistas ha tenido un éxito excepcional particularmente en la última década, a tal grado que hace unos días incluso ganó las elecciones en Estados Unidos por segunda ocasión, un político populista de derecha: el empresario Donald Trump.
En cuanto a su definición, para los politólogos Cas Mudde (Neerlandés) y Cristóbal Rovira Kaltwasser (Chileno) el populismo es una ideología que divide la sociedad en dos bandos antagónicos, el pueblo bueno y puro por un lado y la élite corrupta por el otro, sobre la cual debe prevalecer la voluntad general a costa de lo que sea, incluso a costa de la propia ruina de la población si es necesaria.
En el marco de esta peculiar forma de ejercicio del poder, no se considera como prioridad la solución de los problemas reales, lo más importante son las acciones de gobierno que sirvan para generar todo el tiempo, la mayor simpatía posible de los electores.
La parte medular radica en estar impulsando permanentemente, medidas que impacten de manera directa en las emociones de los ciudadanos, para lo cual se deben gestionar acciones de gobierno que promuevan el odio, la venganza, la división y/o el resentimiento entre un bando y otro, aun cuando no existan bases, fundamento o ningún beneficio tangible para la sociedad.
El único e invaluable rédito consiste, en que el pueblo CREA que su gobierno siempre está haciendo posible su voluntad.
Por todo lo anteriormente expuesto, lleva a establecer que todas las reformas constitucionales promovidas hasta este momento no persiguen ningún objetivo de fondo de manera genuina.
De ahí que no tiene la más mínima importancia que se promuevan cambios a las leyes por Diputados y Senadores que no saben absolutamente nada de leyes, pero que lo que sí saben muy bien es que tales o cuales enmiendas, serán bien acogidas por los votantes porque la finalidad de estas iniciativas no es resolver absolutamente ningún tipo de problema, sino simplemente quedar bien con el electorado y punto.
Por lo tanto este tipo de reformas legislativas al vapor solo producen un efecto placebo en las sociedades, a fin de postergar el estudio, la discusión y el diseño de políticas públicas que puedan ser viables y efectivas, pero que llevan un tiempo determinado el poder estructurarlas e implementarlas.
El caso es que este tipo de modalidades en el ejercicio del poder, va más allá de los partidos y de las ideologías políticas, el estilo de gobierno populista pueden hacerse presente por igual en gobiernos de izquierda como de derecha, como ya se ha visto varias veces en Argentina y ahora en Estados Unidos de Norteamérica.
El populismo solo es un fuego que arde con intensidad, pero que no proporciona ni calor ni luz. Es un fuego que consume todo lo que encuentra a su paso, dejando solo cenizas y ruinas. Es un juego que nos hace creer que estamos ganando, pero que si no lo detenemos a tiempo, ya está ampliamente demostrado, nos llevará a la perdición…