09 de diciembre del 2025
Óscar Salomón Castañeda Lozada, profesor investigador de la Facultad de Economía de la UPAEP, habló sobre la relación entre economía, criminalidad y bienestar social en México y expuso hallazgos que confirman que el deterioro económico es un detonante central de la inseguridad en el país.
Castañeda Lozada abrió su participación recordando que, según la ENVIPE (Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública), la inseguridad, la inflación y el desempleo son los problemas que más inquietan a la población. Estos factores, dijo, están estrechamente vinculados, pues afectan directamente la estabilidad de las familias y la dinámica del mercado laboral.
Con base en su estudio “Desempleo, ingreso y crimen en México”, elaborado junto con el estudiante Eduardo Ruiz Corso, y sustentado en datos del INEGI, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y la OIT, el especialista explicó que el deterioro económico tiene efectos directos y medibles sobre la actividad delictiva en el país.
El análisis econométrico —que abarca de 2005 a 2019— reveló que: Cuando aumenta el desempleo, se incrementan delitos como homicidio doloso, lesiones dolosas y robo a casa habitación.
Cuando cae el ingreso real, también crecen las conductas violentas.
El desempleo afecta de manera particular el robo a casa habitación, mientras que el bajo ingreso está fuertemente asociado a delitos violentos.
Oscar Castañeda subrayó que el perfil de la población penitenciaria confirma esta relación económica:
62–63% de las personas privadas de la libertad tienen entre 19 y 39 años, es decir, en plena edad productiva.
Más del 70% de las mujeres y 84% de los hombres encarcelados tienen hijos o dependientes económicos, lo que evidencia presiones financieras que pueden empujar a actividades criminales.
“Estamos hablando de personas con necesidades urgentes y oportunidades laborales muy limitadas. La falta de ingresos y empleo formal es un motor del delito”, apuntó.
El investigador fue enfático, una estrategia económica sólida es indispensable para disminuir el delito, pero no puede funcionar sin un verdadero Estado de derecho.
“El mercado laboral tiene potencial para contener el fenómeno delictivo, pero debe ir acompañado de instituciones fuertes, justicia eficaz y sanción real. Las causas importan, pero no bastan por sí solas”, señaló.
La combinación de debilidad institucional, corrupción, falta de justicia y limitadas oportunidades laborales forma un entorno en el que la delincuencia crece y se profesionaliza.
Castañeda Lozada explicó que la inseguridad pasó de ser una consecuencia a convertirse en una causa directa del estancamiento económico, afectando:
La logística y el transporte
La inversión en sectores productivos
La competitividad del país
La generación de empleos formales
“El nearshoring prácticamente no llegó. Las inversiones se perdieron por falta de confianza. El crimen organizado, la extorsión y los hechos violentos generan incertidumbre incompatible con el desarrollo”, afirmó.
México, aunque sigue entre las 15 economías más grandes del mundo, ha perdido posiciones por falta de dinamismo económico, debilidad del mercado interno y mayor informalidad.
Factores que frenan el desarrollo económico
Factores internos
Inseguridad y crimen organizado
Crecimiento de la informalidad
Pérdida de competitividad
Falta de Estado de derecho
Rezagos en salud y educación
Incremento en extorsión y costos para las empresas
Factores externos
Inversiones que se reubican en países más seguros
Competencia internacional creciente
Tensiones comerciales y ajustes globales
Ante la ausencia de las inversiones proyectadas, México ha comenzado a replantear su política comercial mediante nuevas barreras arancelarias a países sin acuerdos formales. Estas medidas buscan:
Proteger la industria nacional
Evitar la triangulación de mercancías desde China hacia Estados Unidos
Fortalecer el comercio dentro del T-MEC
Para Oscar Salomón Castañeda, esta estrategia es necesaria para recuperar parte de la competitividad perdida.
El académico indicó que el Mundial 2026 generará actividad económica importante en las ciudades sede y evitará un crecimiento negativo el próximo año. No obstante, aclaró, “El Mundial ayudará a que la economía no caiga, pero no transformará el rumbo del país. No es un detonador estructural de crecimiento”.
Al cierre de la conferencia, el especialista recomendó a los hogares mexicanos.
Administrar con prudencia los ingresos extraordinarios de fin de año
Prepararse ante posibles ajustes económicos en 2026
Seguir de cerca políticas como el Plan México y el aumento del salario mínimo, cuya efectividad dependerá de su impacto en productividad y precios
Castañeda Lozada concluyó con una reflexión contundente. “No puede haber bienestar sin seguridad, ni seguridad sin oportunidades económicas. Gobierno y sociedad deben trabajar juntos para reconstruir las condiciones que permitan a las familias vivir con tranquilidad y estabilidad”.








